SILVIA NAVARRO FERRAGUD - page 23

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Dra. Silvia Navarro Ferragud
Las emociones son el motor de la vida que mueve hacia la felicidad, y por ello influyen
directamente en las decisiones de la existencia. La capacidad de unificar razón y emoción,
cabeza y corazón, en ello consiste el reto de la
Inteligencia Emocional,
el fin consiste en
conseguir viajar hacia el camino del bienestar personal, el ajuste emocional, el éxito en la vida
y juega un papel importante en el establecimiento, mantenimiento y la calidad de las
relaciones interpersonales.
Desde hace veinticinco años se habla de la revolución de las emociones, pero tal y como
avanza la sociedad actual, la persona puede preguntarse: ¿es posible ser feliz sin
emociones? A continuación quisiera adentrarles en este extraordinario tema, definiendo la
inteligencia y posteriormente ampliando a la inteligencia emocional. Por una parte la
Inteligencia
representa la capacidad de aprender nuevos patrones de conducta para
estimular el desarrollo y enfrentarse a cualquier situación de supervivencia. Este es un
proceso dinámico en constante expansión, en definitiva: “es el conjunto de habilidades para
dar respuestas nuevas a los retos que plantea el entorno”. Este concepto de inteligencia lleva
a múltiples aplicaciones concretas para su evolución: una vez se ha aprendido a solucionar
un tipo de problema, se forma un patrón de memoria que permite su automatización a fin de
que la mente pueda ser utilizada para enfrentar retos nuevos y superiores”. Por otra parte la
Inteligencia Emocional
se concibe como “la capacidad de reconocer los propios sentimientos
y los ajenos, motivarse y manejar bien las emociones de uno mismo y las relaciones con los
demás”. El Dr. Daniel Goleman la define como “la capacidad de sentir, entender y aplicar
eficazmente el poder y la agudeza de las emociones como fuente de energía humana,
información e influencia”. Otros autores han definido la
Inteligencia Emocional
como “la
capacidad de aplicar la conciencia y la sensibilidad para discernir los sentimientos que
subyacen en la comunicación interpersonal y para resistir la tentación que le mueve a
reaccionar de una manera impulsiva e irreflexiva, obrando en vez de esto con receptividad,
autenticidad y sinceridad”. Por lo tanto en todas las definiciones sobre la
Inteligencia
Emocional
aparece el manejo efectivo, oportuno y conveniente de todas y cada una de las
emociones y sentimientos.
Por todo lo dicho hasta ahora, se puede empezar a concretar que la felicidad no existe, se
percibe. En la práctica, la
Inteligencia Emocional
se destaca especialmente por las
habilidades sociales referidas al manejo de las emociones en las relaciones, la interpretación
de las situaciones y redes sociales, la interacción fluida, la persuasión, negociación y
resolución de conflictos, la cooperación y el trabajo en equipo.
Ahora bien, uno de los objetivos más importantes de la persona es mantener las mejores
relaciones sociales posibles con las personas que le rodean, la
Inteligencia Emocional
ayuda a ser capaces de ofrecer a los más cercanos una información adecuada acerca del
estado psicológico, pero para manejar los estados emocionales de los demás hay que ser
capaz, previamente, de manejar bien los propios estados emocionales. Por ejemplo si una
persona cree que los demás deben respetarle, jamás ofenderle, enojarle o etiquetarle, vive
expuesto a que le hagan sentir mal. Cuando uno se convence de que la gente puede decir lo
que desee, enojarse, opinar y etiquetar lo que quiera, entonces uno puede ser capaz de
soslayar estos comentarios. La propia persona es quien se compromete a mantener un poder
personal porque
a nadie se le debe dar prioridad en su opinión ajena sobre la de uno mismo,
porque nadie puede herirle sin su consentimiento.
La
Inteligencia Emocional
incluye cuatro grupos de habilidades, excluyendo las habilidades
sociales son: la conciencia de sí mismo, la autorregulación, la motivación y la empatía.
En momentos de crisis o conflicto se pone de manifiesto ese poder que no es más que una
verdadera fortaleza interna
que lleva a la persona a sobrevivir y a sacar el mejor partido de
una situación. Por tanto, tener la suficiente
Inteligencia Emocional
implica saber qué hacer
en momentos de crisis o conflicto, en donde forzosamente se presentan estados emocionales
intensos e incontrolables. Este desarrollo se consigue lentamente a través de la madurez, y
más rápidamente por medio de ejercicios prácticos en la consulta psicológica, en los que las
personas aprenden a saber que hacer, como actuar y que decir ante situaciones que se le
presentan en su vida diaria.
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